No codiciarás los bienes ajenos
La palabra codicia, es un mandamiento de Dios, que hace referencia también a uno de los siete pecados capitales, es el sentimiento egoísta y desenfrenado de tener cosas, y muchas veces, ese deseo nos lleva a querer poseer los bienes materiales de quienes nos rodean, por razones equivocadas, y por simplemente satisfacer nuestras propias necesidades. Por eso Dios nos dice: “No codiciarás los bienes ajenos”.
¿A qué nos lleva el deseo y la codicia desenfrenada?
La codicia es un mal en exceso que corrompe el alma y la moral. Cuando uno comienza a tener este sentimiento, desea poseerlo todo sin importar las razones ni la forma de obtenerlo. La codicia nos lleva a faltas graves contra Dios, como el robo, el adulterio y los malos pensamientos.
Debemos ser conscientes de que lo único que necesitamos en nuestras vidas es la presencia de Dios en nuestros corazones. Si tenemos a Dios, lo tenemos todo. Pero además de tenerlo para nosotros, hay que aprender a compartirlo con el resto, enseñando sobre el amor infinito de este para con nosotros.
¿Cómo desprendernos de la codicia hacia los bienes ajenos?
El mal de sentir que debemos poseer todo lo que le pertenece a otros, corrompe y nos aleja de Dios. La única forma de llenar ese vacío que nos lleva a la desesperación de sentir que debemos despojar al otro de sus pertenecías, sólo podrá llenarse con el amor puro e infinito a Dios.
Dar siempre va a ser mucho más que recibir. Aprendamos a compartir el amor de Dios hacia sus hijos, da amor y recibirás amor. Da sin esperar nada a cambio, son las bases que necesitarás para purificar tu corazón.