Ante todo, aplaudimos tu deseo de implicarte más en la sociedad. Porque no solo ayudas a los demás, sino que también recibes algo a cambio: la satisfacción de saber que has hecho una contribución importante. Además, con frecuencia recibimos gratitud y reconocimiento, y tienes la seguridad de que no estás solo si alguna vez necesitas ayuda.
¿Cómo ayudar al prójimo?
Puedes empezar por tu zona más cercana. Pregunta a tus vecinos mayores si puedes ayudarles a cortar el césped o a hacer la compra. Por cierto, no es necesario que te limites a ayudar a los que realmente lo necesitan, también puedes acudir a un orfanato o a una residencia de ancianos comparte tu amor, háblales de la fidelidad de Dios, puedes ayudarte con la biblia y leerlos los versículos del amor de Dios. Quizá tus padres estén sobrecargados de trabajo y necesiten un descanso. Ofrécete a cuidar de tus hermanos pequeños para poder salir a comer o ver una película tú solo. El asombro y el orgullo de tus padres te acompañarán siempre.
Naturalmente, puedes lograr mucho más con un grupo más grande. Así que únete a ellos y mira lo que puedes hacer para ayudar a tu comunidad. Tal vez podáis generar fondos para un refugio para personas sin hogar. La comida, la ropa y las mantas suelen ser más vitales que el dinero. Puedes organizar una recaudación de fondos en Facebook o simplemente pedir ayuda en la tienda de tu barrio. Quizá puedas acercarte a la gente y preguntarles si quieren donar algo de su cesta de la compra.
Es probable que en tu escuela haya niños y jóvenes que han huido de sus países y son nuevos en Alemania. Naturalmente, durante los primeros meses y años tienen dificultades con el nuevo idioma y la vida cotidiana en una nación extranjera, si no en una cultura completamente diferente. Por ello, forme un grupo de trabajo con la administración de su escuela. En el marco de este grupo de trabajo, puedes dar clases de alemán a tus compañeros internacionales y ayudarles en sus actividades escolares diarias. Enséñales a navegar por tu ciudad y utiliza el supermercado para practicar la nueva terminología.
En tu ciudad, por ejemplo, es probable que haya un centro de atención a la tercera edad o una residencia de ancianos. Muchos de sus habitantes se sienten solos porque no reciben muchas visitas o las ven sólo de vez en cuando. Por eso, reserva una tarde a la semana para visitar a los ancianos. Lleva pasteles o galletas caseras y juega con ellos , o léeles el periódico. Alguien de tu grupo debe saber cantar y tocar un instrumento, ¿no?
Así que, como ves, encontrar algo en lo que participar no es difícil. No tiene por qué ser una de esas iniciativas de recaudación de fondos a gran escala a través de Internet. Puedes empezar con tu familia inmediata, tu barrio y tu ciudad. No sólo haces algo por los demás en esta situación, sino que también recibes algo a cambio, aunque sea simplemente una sonrisa o un «gracias».